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Noviembre de 2017

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REFLEXIÓN R E C U E R D

REFLEXIÓN R E C U E R D O S D E L F U T U R O Aspiramos a tener experiencias que nos llenen. En un mundo acelerado, el tiempo, y lo que hacemos con él, es la nueva vara de medir el lujo. TEXTO J A M E S W A L L M A N ILUSTRACIÓN A L E X W I L L I A M S O N 80

REFLEXIÓN “LOS COLECCIONISTAS MODERNOS ESTÁN DESCUBRIENDO QUE UNOS RECUERDOS IMPAGABLES PUEDEN CAMBIAR SU VISIÓN DEL MUNDO Y ACOMPAÑARLES DURANTE TODA LA VIDA”. Existen pocas actividades tan nobles como el coleccionismo. Se puede afirmar que los faraones egipcios fueron los primeros grandes coleccionistas de la Historia, pues llegaron a acumular miles de rollos de pergamino en la biblioteca de la ciudad portuaria de Alejandría. El coleccionismo en la época moderna tiene sus orígenes en los cuartos de maravillas o gabinetes de curiosidades del siglo XVI. En el año 1587, el artista alemán Gabriel Kaltemarckt, por entonces al servicio del rey Cristián I de Sajonia, enunció los que consideraba los elementos básicos de cualquier colección. El primero eran las esculturas y los cuadros; el segundo, “objetos curiosos de la patria y el extranjero”, y el tercero, “astas, cuernos, garras, plumas y otros elementos pertenecientes a animales extraños y curiosos”. En su reflexión sobre el coleccionismo, Kaltemarckt explica que fue la curiosidad natural lo que condujo a nuestros antepasados lejanos a franquear la colina que tenían delante para comprobar qué había más allá. A continuación, atribuyó el coleccionismo a la emoción de la caza, la satisfacción de la acumulación y, por último, la voluntad de manifestar el dominio humano sobre la naturaleza. Existe un motivo más. Una colección significaba que su propietario disponía del tiempo y los medios necesarios para dedicarse a una actividad no relacionada con la supervivencia. Por tanto, coleccionar es un método altamente evolucionado de satisfacer algunos de nuestros impulsos más básicos, si bien la ciencia ha demostrado que es más probable encontrar la felicidad dedicando tiempo, dinero y esfuerzos a acumular experiencias y no bienes. En este estado de cosas, la pregunta que todo coleccionista moderno debe plantearse es la siguiente: ¿qué clase de experiencias debo reunir? ¿Quién querría terminar con una colección de recuerdos mediocres? Pensemos, por ejemplo, en las sensaciones que genera asistir a una boda en Marrakech o volar al espacio a bordo del Virgin Galactic de Sir Richard Branson. Con el paso del tiempo, el enfoque del coleccionismo también ha cambiado y ahora resulta más sencillo cazar y acumular objetos. Esto supone un problema en el caso de los objetos materiales, puesto que el factor básico para determinar el valor de un objeto de colección es su rareza. Esto tiene que ver con el reto y la emoción de la caza y la recolección, algo que, aunque no aparezca en la mayoría de los diccionarios, se explica a través del concepto denominado “principio de rareza”: cuanto mayor es la diferencia entre el número de personas con acceso a algo y el número de personas que conocen ese algo, más raro y valioso será. Este es el motivo por el que los coleccionistas modernos se embarcan en la caza de lo más raro y extraordinario, y lo que explica que alrededor de 700 personas (el 0,00001 % de la población mundial) estén dispuestas a volar hacia el espacio a bordo del Virgin Galactic. Cuando los primeros vuelos estén a punto, estos afortunados, que habrán desembolsado más de 200.000 euros, harán algo que hasta ahora solo ha estado al alcance de unos pocos centenares de personas. Para ir abriendo boca, se elevarán hasta una altitud de 14.300 m. Y a partir de este punto empieza lo emocionante: la nave se colocará en posición vertical y acelerará hasta Mach 1, 2 y Mach 3 para llevar a sus pasajeros 45.700 m por encima de la superficie terrestre, donde la gravedad desaparecerá y podrán disfrutar de una de las experiencias más ansiadas: la vista del Planeta Tierra. Aunque, como solía decir el Capitán Kirk, el espacio es la última frontera, seguirá estando allí en los próximos años. Las experiencias pasajeras o efímeras pueden tener aún mayor encanto. Este es el motivo por el que un grupo exclusivo de intrépidos coleccionistas de experiencias se ha embarcado en una expedición para ver el Titanic en el lugar donde yace antes de que desaparezca por completo: según un estudio del año 2016, las bacterias extremófilas podrían devorar lo que queda del pecio en los próximos 15-20 años. En la primavera de 2018, un reducido grupo de “especialistas de misión” recién bautizados se sumergirá en un pequeño submarino de titanio y fibra de carbono hasta el lecho marino donde reposa la nave, alrededor de 3.800 m por debajo de la superficie del Atlántico. El precio de la experiencia incluye también un componente de historia, romanticismo y quizás ironía, ya que los 105.129 dólares son prácticamente lo mismo, una vez ajustada la inflación, que pagaron los pasajeros de primera clase del Titanic en su primer y último viaje. Cada vez existen más experiencias mágicas parecidas al alcance de los coleccionistas apasionados de recuerdos: un viaje en avión privado por Asia con la cadena hotelera Aman, una travesía por el Antártico a bordo de un avión con patines de esquí apto para glaciares, camiones de seis ruedas fletados por la empresa Bluefish o las aventuras “Blink” de la agencia Black Tomato, que garantiza que tendrán lugar una sola vez. Inevitablemente, muchas de estas experiencias tienen un precio considerable, pero nuestra estancia en la Tierra también está hecha de momentos valiosos que no se pueden pagar con dinero, desde la simplicidad de relajarse con los amigos en un día cálido y soleado hasta la dicha de enamorarse, tener hijos y disfrutar de verlos crecer. Este nuevo coleccionismo presenta una ventaja particular, ya que, más allá del placer que nos aporta dar alas a nuestra propia curiosidad, la emoción de la caza y la satisfacción de acumular algunas de las experiencias más excepcionales y raras que existen hoy en día, los coleccionistas modernos están descubriendo algo más: que el resultado final no es solo un armario lleno de objetos para presumir de estatus, sino un conjunto de recuerdos impagables que pueden cambiar su visión del mundo y acompañarles durante toda la vida. James Wallman es experto en el futuro y escritor. Dirige la empresa de asesoría estratégica The Future Is Here (thefish.co) y ha escrito el libro Stuffocation (Penguin, 2015), convertido ya en un gran éxito de ventas. 81

 

Revista Land Rover

 

La revista Land Rover Magazine recoge en sus páginas historias de diferentes lugares del mundo que hablan de fuerza interior y de afán de superación.

En este número, ponemos a prueba el Defender de la mano de dos intrépidos y jóvenes aventureros mientras preparan una expedición al Polo Sur. También celebramos los 50 años del Range Rover participando en una ruta que descubre las maravillas de Dubái. Echamos la vista atrás, pero también miramos hacia el futuro: un grupo de visionarios nos explica las tecnologías que pueden cambiarnos la vida en los próximos años.

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